Siguiendo con mi serie Formas en que se puede acabar el mundo, ahora toca el turno a las Radiaciones Gamma, más concretamente a las erupciones de éstas.
Si dos estrellas colisionan en el espacio profundo a una distancia relativamente cercana (unos mil años luz a lo mucho) liberarían energías insospechadas en forma de radiación gamma, hasta 1016 veces la potencia del Sol. Aunque la atmósfera terrestre nos protegería inicialmente, los óxidos de nitrógeno que se producirían destruirían la capa de ozono, con lo que la radiación UV del Sol nos llegaría sin amortiguar. El resultado no sería sólo cáncer de piel, sino que se destruría el plancton oceánico que constituye la base de la cadena alimentaria y que provee buena parte del oxígeno de la atmósfera, estos y otros efectos causarían un colapso total en el planeta.
Ahora debemos despreocuparnos ya que la probabilidad de que esto suceda es menos que sacar una flor imperial en el póker (0.000154%), aun así mientras haya probabilidades será todo posible.
Si dos estrellas colisionan en el espacio profundo a una distancia relativamente cercana (unos mil años luz a lo mucho) liberarían energías insospechadas en forma de radiación gamma, hasta 1016 veces la potencia del Sol. Aunque la atmósfera terrestre nos protegería inicialmente, los óxidos de nitrógeno que se producirían destruirían la capa de ozono, con lo que la radiación UV del Sol nos llegaría sin amortiguar. El resultado no sería sólo cáncer de piel, sino que se destruría el plancton oceánico que constituye la base de la cadena alimentaria y que provee buena parte del oxígeno de la atmósfera, estos y otros efectos causarían un colapso total en el planeta.
Ahora debemos despreocuparnos ya que la probabilidad de que esto suceda es menos que sacar una flor imperial en el póker (0.000154%), aun así mientras haya probabilidades será todo posible.
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